¿Qué nos depara el Universo?
por Pablo A. Nieto
Mi amigo Marcos y yo nos sentamos en la plaza, y mientras tomábamos mate comenzamos a filosofar.
— ¿Vos que decís, hay vida en otros planetas? -le pregunté.
— No. - me contestó secamente.
— ¿Por qué? - quise saber.
— Porque no, porque es imposible. Ya lo sabríamos, nos habríamos enterado hace mucho.
Él siempre había tenido una mentalidad muy cerrada. Insistí:
— Bueno, pará un poco, que no lo sepamos no tiene nada que ver. Hay muchas cosas que uno no sabe. Pensá que ahora mismo podría estar pasando un elefante a una cuadra de acá.
— ¿Pero vos te volviste loco? -replicó.
— Pero podría pasar sin que nos enteremos, ¿ves? Vos, con tu punto de vista, dirías que nunca pasó, y eso que fue sólo a cien metros pero vos no lo viste. Todo porque no se te ocurriría caminar una cuadra para ver si justo hay un elefante pasando por el asfalto. Pero, si a una cuadra puede pasar eso, imaginate a cien años luz. No conocemos nada en semejante distancia, puede haber de todo.
— No tiene nada que ver, no es comparable. -me contestó con su rotundo sentido común- Si empezamos delirando de esa manera vamos a terminar diciendo cualquier cosa.
— No estoy delirando - le contesté-, delirar sería decir que hay marcianos y cosas raras viviendo en este barrio, porque a este barrio ya lo conocemos bien, de punta a punta. Pero de acá a cien, qué digo, un millón de años luz... puede pasar de todo.
— No hay nada, te digo. - refutó con la cabeza - Nada. No vas a encontrar gran cosa, sólo mucho silencio y un par de asteroides dando vueltas.
Marcos empezaba a sacarme de las casillas. Con mucha paciencia, como si fuera un trabajo fino, seguí tratando de cambiar su parecer:
— A ver. -dije con la mayor calma que pude- Lo más probable es lo que vos decís, que no haya nada. Pero existe la posibilidad, muy chica pero creeme que existe, de que allá lejos estén pasando muchas cosas. Puede haber vida, por ejemplo. No sólo eso, puede haber muchas formas de vida, muy complejas.
— Mirá que sos un tipo insistente. -me dijo con pesadez- Bueno, ponele que sí. Ponele que se da una casualidad enorme, tan grande como ganarte el loto veinticinco veces seguidas, y ¡zas! resulta que hay vida en otro planeta muy lejos de acá. ¿Qué hay con eso? ¿Por qué tienen que ser unos extraterrestres alucinantes? ¿No podrían ser unas esponjas grises de diez centímetros que se alimentan de los gases del suelo?
Había que admitir que Marcos no sólo era persuasivo sino realista, y que su teoría de las esponjas era mucho más creíble que todas las películas del espacio que existían.
— Está bien -acepté-, lo que vos decís puede ser. Pero sí puede haber cosas más raras, lo que pasa es que es menos probable. Yo pienso, de verdad, que muy lejos en el espacio hay formas de vida complejas... hasta parecidas a nosotros.
— ¿Y por qué tienen que parecerse a nosotros?
Mi amigo me hizo reflexionar.
— Y, no se. -contesté- Capaz porque les tocó un planeta parecido, que hizo que tuvieran una historia parecida. Como poder, pueden darse muchas cosas, en cuanto no conozcamos todo el Universo. Aunque es casi imposible, puede ser que hasta tengan formas de organizarse iguales a las nuestras, oficios parecidos, yo que se... hasta lugares idénticos. -sabía que estaba fantaseando, pero me di rienda suelta- Quién te dice, hasta juegan al fútbol y tienen un obelisco y un Parque Centenario.
— Vos estás mal.
— O quizás -continué- sean todavía más inteligentes... o más sensibles... o puedan registrar cosas que nosotros ni nos imaginamos. En una de esas, hasta captan alguna dimensión que nosotros no.
— ¿Como por ejemplo...? -preguntó.
— Y, no se... imaginate cómo cambiarían las cosas si en vez de un ojo tuviéramos dos.
Copyright © 2007 by Pablo A. Nieto